París, 1889. La gran exposición universal es la excusa perfecta para maravillar al mundo con el poder de la electricidad. Si París ya se consideraba la ciudad de la luz desde principios de siglo gracias a la red de faroles de gas, la implantación de la iluminación eléctrica pública maravilló al mundo. Como una de las personalidades de la ciudad, te interesa que tus edificios se bañen en tanta luz como sea posible. Inspira a los artistas y sorprende a los parisinos y visitantes con la espectacularidad de la ciudad de la luz.
Así se nos presenta París, la cité de la lumiere. Diseñado por José Antonio Abascal y publicado por Devir en 2019, a quienes agradecemos profundamente la copia que hace posible esta reseña. Permite partidas para 2 jugadores, con una edad mínima recomendada de 8 años y una duración estimada de partida de entre 30 minutos. Su precio de venta ronda los 22€.

CONTENIDO
- 12 losetas cuadradas de adoquines
- 12 fichas de edificio
- 1 tablero de juego incorporado en la caja
- 14 chimeneas (7 de cada color)
- 8 indicadores de acción (4 de cada color)
- 12 postales de acción
- Varios elementos adicionales para las postales
PARÍS, LA CITÉ DE LA LUMIÈRE, EN POCAS PALABRAS
París, la cité de la lumière es un juego abstracto de colocación de losetas, drafteo y control de área como principales mecánicas. Tomaremos el papel de una gran personalidad de la ciudad que intenta construir edificios en zonas con una gran iluminación. De este modo, inspiraremos a artistas, parisinos y visitantes. Se jugará en dos fases por turnos alternos. En la primera fase colocaremos losetas en el tablero de juego y reservaremos fichas de edificio. En la segunda fase, los jugadores tendrán que colocar las fichas de edificio reservadas previamente y podrán utilizar las postales de acción para ganar ventajas y puntos. Una vez resueltas ambas fases, se puntúan los edificios según las farolas que los alumbran y el tamaño de las construcciones de cada jugador.

DESARROLLO DE LA PARTIDA
Preparamos la partida con la caja como tablero de juego, las postales de acción escogidas con sus elementos correspondientes y todas las fichas de edificio. Cada jugador cogerá todos sus elementos personales (losetas de adoquines, indicadores de acción y chimeneas). Luego, barajará sus ocho losetas de adoquines y las colocará boca abajo formando una pila. Ambos jugadores tomarán la loseta superior de su pila y la guardarán en su mano sin revelarla al adversario. Una vez hecho, comienza la primera fase.
En esta fase los participantes jugarán alternando sus turnos y pudiendo escoger entre dos acciones. La primera acción es colocar una loseta de adoquín en el tablero. Cada loseta se divide en cuatro espacios, con diferentes combinaciones que representan los dos colores de los jugadores (azul y naranja), un color mixto (violeta) y una farola, que sirve para puntuar al final de la partida. La segunda acción posible es reservar una ficha de edificio de la reserva común. Una vez colocadas las 16 losetas de adoquines, se pasa a la segunda fase.
En esta fase los jugadores tendrán de nuevo dos acciones disponibles. La primera es colocar una ficha de edificio en el tablero. Para hacerlo, la figura tiene que ocupar siempre espacios que contengan los colores del jugador y/o colores mixtos. No se pueden colocar encima de farolas y una vez colocada la ficha, pondremos una chimenea de nuestro color encima para indicar que somos los propietarios. La segunda es asignarse una postal de acción, y activaremos su efecto en el momento que nos indique la propia postal. La fase termina cuando no se pueden colocar más edificios y se hayan utilizado los ocho indicadores de acción.
A continuación se procede a la puntuación final. Cada jugador puntúa multiplicando el tamaño de cada uno de sus edificios por el número de farolas que lo iluminan. También puntúan por el conjunto de edificios más grande, ganando un punto por espacio ocupado. Se restan tres puntos por cada edificio que se haya reservado y no se haya podido colocar. Por último, se comprueba si hay alguna postal asignada que otorgue puntos. El jugador que sume más puntos es proclamado vencedor.

VALORACIÓN
Si hay algo que me encanta cuando empiezo con un juego de mesa es que esconda debajo de la sencillez de sus normas más profundidad de la que se ve a simple vista. París, la cité de la lumière lo consigue. Podemos explicar las normas del juego en pocos minutos a alguien que no lo conozca y se entiende con facilidad. La única parte que puede ser un poco más complicada es la de recordar que hace cada postal. Incluso tras varias partidas, creo que es el único punto donde quizás se tenga que volver a consultar el reglamento para recordarlo. Reglamento, que por cierto, está muy bien detallado, con gran cantidad de ejemplos visuales para ayudar mejor a entender el juego.
Entrando ya en las mecánicas del juego, y como comenté antes, es un juego sencillo de entender pero con una ligera capa de profundidad. En la primera fase colocamos las losetas y reservamos las fichas de edificio. Esto no tiene complicación. En la segunda intentamos colocar nuestras fichas de edificio de manera que encajen en los espacios de color propio y/o mixtos de las losetas que hemos colocado. Todo ello intentando conseguir más puntos y ventajas gracias al uso de las postales. Aquí acaba la explicación de como se juega. Luego es cuando viene lo bueno.
Por ejemplo, en la primera fase tendremos un par de dilemas en cada turno que hagamos y esto se consigue gracias a que ambos jugadores colocan losetas que tienen espacios con el color del rival y mixto. Como se colocan las losetas puede abrir la puerta a oportunidades para que tu adversario se aproveche y plante también sus losetas cerca de las tuyas. Y viceversa. Así que siempre tenemos que jugar teniendo este factor en cuenta. Ya os adelanto que no se puede evitar completamente y que da lugar a momentos de tensión silenciosa en las zonas del tablero donde ambos jugadores comparten espacios mixtos y los dos pueden tener la oportunidad de colocar una ficha de edificio en la siguiente fase.

A eso hay que sumarle que las fichas de edificio hay que reservarlas. De modo que no solo tenemos que ir preparándonos el tablero sino que también tenemos que reservar las fichas necesarias para que encajen en nuestro diseño. Imagina prepararte una zona para una ficha y que el rival te la quite. Cada turno es un constante dilema a la hora de decidir si colocar la loseta y donde hacerlo o reservar una ficha de edificio. Con esto os haréis un poco a la idea de la comedura de cabeza que puede ser jugar durante esta primera fase.
En la segunda fase pasamos a jugar como si fuera una partida de ajedrez. Tenemos que valorar en que orden colocar nuestras fichas, teniendo siempre en mente las fichas de las que dispone nuestro rival, ya que nos pueden tapar espacios en el tablero. Y os aseguro que es muy complicado y a la vez divertido tener en cuenta tantas variantes. Colocar una ficha y arruinarle la posibilidad a nuestro adversario es un gustazo. Aunque él puede hacer lo mismo con vosotros. Además, para darle un punto más de complejidad tenemos las postales, que nos permiten realizar acciones beneficiosas para conseguir un buen puñado de puntos extras.
Lo único malo que puedo destacar es que tras un par de partidas ya habréis visto todo lo que os puede ofrecer el juego a nivel de mecánicas. Los alicientes para continuar jugándolo de manera más o menos habitual es que os gusten los juegos abstractos donde se juega no solo mirando tu zona de juego sino también la del rival. Supongo que es la principal razón por la cual la jefa prefiere jugar un Patchwork, donde vas más a lo tuyo, que a París, la cité de la lumière.
Por último, en el apartado visual solo puedo tener buenas palabras. En especial hacia las postales de acción, que podrían valer como postales de verdad y que son autenticas preciosidades que encajan muy bien con la ambientación del juego. Lo mismo va para la caja del juego, que resulta muy atractiva a la vista para alguien que ve el juego en una estantería. Y a nivel de calidad de fichas y losetas tampoco hay ninguna pega que poner. Como colofón, tenemos que la propia caja sirve de tablero, lo cual hace que la presentación gane muchos puntos cuando ves una partida por primera vez. ¿Partes negativas? Que ese magnifico tablero también complica el guardar los elementos dentro de la caja. No lo hace imposible, pero tenemos que estar haciendo Tetris para que la caja cierre bien.

CONCLUSIONES
París, la cité de la lumière ha sido un gran descubrimiento en casa. Sencillo de explicar pero con una ligera capa de profundidad. No revoluciona el género de la colocación de las losetas pero lo que hace, lo hace bien. Especialmente el crear tensión entre los dos jugadores a la hora de decidir que hacer en cada turno. Todo ello redondeado con una puesta en escena que entra por los ojos de maravilla. Totalmente recomendado.
Reseña: París, la cité de la lumière
A favor
- La presentación del juego es preciosa. Desde las ilustraciones de la caja y las postales de acción hasta su puesta en escena con el uso de la propia caja como tablero. Una partida de París, la cité de la lumière va a llamar seguro la atención a alguien que no conozca el juego.
- Es un juego con mecánicas sencillas de aprender pero que luego requieren que te comas el coco a la hora de pensar bien cada turno.
En contra
- Habrás visto todo lo que tiene el juego en un par de partidas. Su rejugabilidad es justita y variará dependiendo de lo mucho o poco que te guste este tipo de juegos.